lunes, 13 de octubre de 2014

RIÓPAR.- Octubre 2014

Hace tiempo que no me da por colgar ninguna crónica en el blog. Éste verano cambiamos los habituales viajes en moto por estancia en un apartamento de playa. Por otra parte y aunque sí hemos hecho varias salidas de 2 ó 3 días, por una u otra razón, no me he animado o escribir sobre ellas.
Bueno, en éste caso sí. Ha sido un corto viaje de 2 días, con alrededor de 600 km a lomos de nuestra Suzi. Riópar, en provincia de Albacete ha sido el destino.
 Riópar tiene el gran honor de alojar en su territorio el "nacimiento del río Mundo". El enclave donde éste río ha querido nacer, es francamente impresionante. Por el camino, ya desde Elche de La Sierra, el paisaje te hace sentir ese espíritu aventurero que todos los moteros llevamos dentro.
Pero...vamos por partes con la crónica.
En la primera parada, ésta no muy lejos de casa, mientras almorzábamos, coincidimos con quien hace posibles éstos estupendos mapas cuyo detalle parece no tener límite; me refiero a Google Maps

Nunca antes había coincidido con ellos, y ya sé que debe ser muy fácil hacerlo. Para conseguir fotografíar TODOS los rincones de la geografía desde multitud de ángulos, hay que estar, como Dios, en TODAS partes, pero hasta ahora, nunca me había tropezado con ellos.











Ya he sobrepasado los 70.000 km en la V y pese a todo, sigo teniendo confianza plena en su fiabilidad; la verdad es que funciona ahora mejor que con 25.000 km y no es pasión de propietario: Suavidad extraordinaria, ausencia total de vibraciones; el sonido del motor cada vez más suave; es como una máquina de coser.

Si además de disfrutar de la máquina, que sin duda lo hago, el tiempo acompaña y el paisaje también, viajar se convierte en un auténtico disfrute.


 Aparcamos la moto junto al hostal en el que habíamos reservado; Hostal Río Mundo. Un lugar recién reformado, extremadamente limpio, con gente agradabilísima y un precio francamente interesante: 40 € habitación doble.
El restaurante no es del mismo propietario que el del hostal, aunque son gente también agradabilísima y en donde se come comida casera a buen precio.












 

Tras descargar trastos y comer allí mismo, nos disponemos a hacer un par de excursiones por el lugar. La primera, el Nacimiento del Mundo. Dista tan sólo 7 km del pueblo y el camino está repleto de frondosos pinos.

Aparcamos en una explanada preparada para tal fín y a unos 800 m, comenzamos a ver agua descendiendo.
Ha sido una primavera seca, seguida de un verano todavía más seco, lo que ha motivado que el nivel de agua que descendía, nada tuviera que ver con el de las fotos del lugar que habíamos visto.


Con todo y ello, el lugar nos resulta fresco y agradable y el agua que cae nos permite hacernos una clara idea de la grandeza del lugar.




































En la parte alta del nacimiento, el agua sale como de una cueva situada en la vertical de la pared. Mi amigo Quique, que años atras fuera espeleólogo, llegó a pasar una semana entera en el interior de la cueva. Actualmente hay unos 40 km de cueva registrados en guías de espeleología.


































Por el camino, tenemos ocasión de tropezarnos con una serpiente. Al verla, me parece identificar en ella a la venenosa "aspid". Aún sigo con dudas, pero comparándola con los ejemplares de éstos que aparecen en Wikipedia, creo que en efecto lo era.



























































Finalizada nuestra excursión al nacimiento, nos trasladamos hasta el lugar de la segunda visita que habíamos programado. Se trata de Riópar viejo. Éste es el pueblo original; de hecho, el actual es la consecuencia de la industrialización de la zona ya que inicialmente se llamaba "Fábricas de Riópar" hasta que finalmente le quitó el nombre al original, rebautizándo a éste con el nombre de Riópar Viejo.

 El pueblo está situado en lo alto de un promontorio. Curiósamente, en la parte más alta del pueblo está el cementerio y todavía más arriba, justo desde donde ésta foto está tomada, hay tumbas aisladas de fallecidos a finales del siglo XIX.
Con un aire tan sano, no es de extrañar la longevidad de los lugareños. La mayoría de los fallecidos antes de 1900, eran nonagenarios. Picados por la curiosidad, remiramos y encontramos una tumba de una mujer fallecida en 1873 ¡¡con 100 años!!; todo un record en aquella época.


 Arriba, los miradores te permiten ver en la distancia los 4 puntos cardinales.


La pequeña iglesia de estilo románico, da un toque pintoresco al pueblo, ahora convertido en residencia rural.


























Finalizada la visita a Riópar Viejo, nos volvimos al hostal a descansar un rato y a dar una vuelta por el pueblo.
Ya por la mañana, teníamos planeada una visita a las antiguas fábricas de Riópar. En su momento, dispuso de las fábricas más modersas de Europa para la elaboración de bronce ornamental. Combinando fundición, estampación y otras técnicas, tuvieron durante muchos años muy buena fama como la cuna mundial de la orfebrería del bronce.
A finales del siglo XX, allá por 1988, comenzó la decadencia del sector. Éste no supo adaptarse a los tiempos y poco después del 2000, las fábricas tuvieron que cerrar.

Lo que más me impresionó, fue comprobar que un museo de máquinas supuestamente antiquísimas, tuviera máquinas que yo todavía utilicé en mi juventud. ¡¡QUÉ VIEJO ME HAGO!!

Tras la visita, reemprendemos poco a poco camino hacia casa.
El final de algo, siempre es triste, el de un viaje también, aunque nos quedamos con el sabor de todo lo vivido en éstos dos días. Como siempre, INOLVIDABLES.